viernes, 13 de marzo de 2009

Hidratos de carbono (I)

¿Qué son?

Los hidratos de carbono son un tipo de nutrientes esenciales formados por carbono, hidrógeno y oxígeno. Esta composición es el origen del nombre con el que se los conoce popularmente, ya que los dos últimos elementos aparecen con la misma proporción que en el agua; sin embargo, los expertos consideran que se debería utilizar una nomenclatura más apropiada a su estructura molecular, pues no son átomos de carbono “hidratados”. Así, se propone denominarlos carbohidratos o glúcidos.

Según el número de moléculas presentes en su estructura, los hidratos de carbono se dividen en simples y compuestos. Los hidratos de carbono simples que presentan una sola molécula se denominan monosacáridos; los que presentan dos, disacáridos. A partir de tres moléculas se consideran hidratos de carbono compuestos. Si tienen entre tres y nueve se denominan oligosacáridos, y a partir de diez, polisacáridos.

No obstante, desde el punto de vista nutricional solamente nos interesan los hidratos de carbono simples, denominados generalmente azúcares, y los polisacáridos, llamados almidones o féculas, ya que los oligosacáridos suelen ir unidos a proteínas y lípidos o grasas.


¿Para qué sirven?

Los carbohidratos realizan en nuestro organismo una función eminentemente energética. Esto es posible gracias a que sus moléculas presentan enlaces covalentes, un tipo de unión entre átomos en el que se comparten electrones, lo que les proporciona una gran estabilidad. Así, la ruptura de dicho enlace permite que se libere una cantidad estimable de energía: exactamente, 4 kilocalorías por gramo.

Nuestro organismo también puede obtener energía de otros nutrientes, como las proteínas o las grasas. Sin embargo, estos otros procedimientos provocan residuos tóxicos, tales como el amoniaco, resultado de oxidación las proteínas, o los grupos cetónicos, causados por un metabolismo anormal de las grasas. En el caso de las proteínas, por otro lado, su uso como fuente de energía conlleva la relegación de su función primaria, la plástica, lo cual produce graves carencias. Finalmente, no todo nuestro cuerpo puede servirse de fuentes alternativas de energía: así, el cerebro y el sistema nervioso sólo pueden obtener energía a partir de la glucosa, un monosacárido. De esta manera, se comprueba cómo el uso de los hidratos de carbono como principal fuente de energía es el más adecuado.

Por otra parte, los hidratos de carbono también pueden realizar funciones plásticas, al formar parte de moléculas tan importantes como el ácido ribonucleico o ARN, en el que está presente la ribosa, un monosacárido. Asimismo, estos nutrientes pueden llevar a cabo funciones reguladoras, por ejemplo, del tránsito intestinal, gracias a los polisacáridos que componen, en su mayoría, la fibra alimentaria.