domingo, 5 de septiembre de 2010

Una fecha especial

Este mes de septiembre que acaba de empezar está siendo un mes muy especial para mí: todo porque decidí elegir el día 1 para celebrar cada año mi cumple vegetariano.

En realidad, adoptar esta dieta ha sido para mí un proceso paulatino, así que no podría decir exactamente cuándo dejé de ser omnívora. Sí recuerdo la última vez que comí carne o pescado, pero para mí no son más que meras anécdotas de una importancia relativa dentro este océano de decisiones y sentimientos en el que nado desde hace tiempo.

Las últimas semanas las he dedicado a compartir con las personas que me rodean esta decisión. Algunas ya sabían que recorría este camino, y me preguntaban de vez en cuando en qué punto me encontraba. Otras recordaban mi etapa vegetariana anterior, por lo que tomaron mi decisión actual como una vuelta al origen. Finalmente, ciertas personas no sabían nada de este aspecto de mi vida, aunque, de alguna manera, parece haberles resultado natural y coherente.

Una diferencia con respecto a mi etapa vegetariana anterior es que esta vez no le he dado demasiada importancia a lo que opinaran los demás acerca de mi decisión. Entonces me preocupaba bastante que ser vegetariana les pudiera resultar raro; pero esa idea ya no me inquieta. En primer lugar, porque durante aquella etapa ya comprobé que es bastante sencillo ser vegetariana sin apenas llamar la atención. Por otro lado, porque en realidad no es tan raro ni extravagante: la mayoría de las personas saben que existe algo llamado vegetarianismo, aunque algunas no sepan muy bien en qué consiste. Y para terminar, porque durante todo este tiempo he ido perdiéndole el miedo a ser diferente, por fortuna.

Dos cosas me han ayudado bastante a la hora de comunicarme con los demás. La primera, no preguntar a nadie qué les parecía que fuera vegetariana. Si bien es verdad que algunas personas me han dado su opinión, ha quedado claro desde el principio que la mía era una decisión personal que no estaba sujeta a debate. En segundo lugar, me ha resultado muy útil haber aprendido cómo reaccionar a ciertas situaciones comprometidas, especialmente las invitaciones a comer en casas ajenas. Creo que, en relación con esto, es muy importante que las personas que te invitan no sientan que el hecho de que seas vegetariana les genera un problema. Esta es una sensación muy común, porque a veces la gente se bloquea y de pronto no sabe qué prepararte, a pesar de que los platos vegetarianos formen parte natural de su cocina. En estos casos, a mí me resulta útil sugerirles platos fáciles que seguramente ya conocen, o bien ofrecerles llevar alguna comida que les permita no salirse del menú que habían ideado. En ambos casos suelen aceptar con tranquilidad y, con el tiempo, terminan animándose y dándote alguna sorpresa agradable.

Por otro lado, reconozco que mi vivencia del vegetarianismo en esta etapa está siendo menos extraordinario que en la anterior. Quizá porque ya sé lo que es, porque muchas personas ya me conocían como vegetariana, porque me he informado lo suficiente y yo misma lo considero algo sencillo y natural, o porque no creo que sea algo tan diferente. Poco a poco nos vamos acostumbrando a la diversidad en las dietas, bien por alergias, bien por creencias o por cualquier otro motivo, lo cual me parece muy positivo en sí mismo y, además, facilita decisiones como esta.

En cualquier caso, para mí, ser vegetariana es algo especial que hace que me sienta muy bien. Ahora disfruto mucho más de la cocina y de las comidas, estoy comprometida con mi alimentación y sé que esta va mejorando día a día, y además siento una buena dosis de paz interior. ¿Qué más se puede pedir?

Encantada de haber tomado esta decisión.