sábado, 29 de agosto de 2009

Echando raíces

Durante el tiempo que ha durado mi camino hasta ahora, he pasado momentos fáciles y momentos difíciles, periodos de gran entusiasmo y otros de completa desesperación.

Cuando una se acerca al vegetarianismo de una manera superficial, como solemos acercarnos todos a lo que nos resulta nuevo y desconocido, es sencillo sentirse alegre y confiada, percibir sólo lo positivo, lo bueno, lo superior. La información que te invita a ello está por todas partes, es la primera que te encuentras cuando empiezas a buscar, y es lógico que así sea, puesto que, de lo contrario, la mayoría saldríamos corriendo.

Sin embargo, esa es sólo una parte de la historia. Según vas profundizando, te vas dando cuenta de que hay mucho que aprender, cambiar y reflexionar. En buena medida, este es un camino que se recorre desde el convencimiento personal, desde la asunción de un riesgo responsable, no desde la certeza absoluta ni desde la verdad. Lo cual no lo hace diferente a la mayoría de los caminos que recorremos en la vida, ni más fácil o difícil de asumir.

La alegría es posible, la confianza también; para ser duraderas, no obstante, para ser profundas, deben ir acompañadas del conocimiento, del compromiso, de la certeza de la inevitable falibilidad. Y no por ello dejarán de ser alegría, de ser confianza, sino que, muy al contrario, se convertirán en sentimientos auténticos, poderosos y serenos, en una actitud humilde, sencilla y grandiosa a la vez.

Siento que algo de todo eso va echando raíces en mí.
Y estoy encantada de que así sea.

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